Hace ya 10 años en la calle de Corina leí una frase escrita sobre un muro de piedra volcánica. Nunca la había visto antes porque siempre caminaba demasiado cerca de aquella barda. Pero ese día estaba lloviendo y se hizo un boquete en la acera; Tuve que cruzar la calle para caminar por la banqueta de enfrente. Cuando descifré el mensaje me quede ahí parada, acongojada y preguntándome: ¿Quién lo escribió? ¿A quién se lo escribieron? ¿Por qué? ¿Cual era la historia detrás de tan conmovedoras palabras?
Porque sin darme cuenta ya estaba inventando toda una epopeya de sensaciones y deseé que fuera a mí, que fuera yo la perenne musa que invocaba tales lisonjas.
No tenia un nombre, no tenia un rostro pero ese manifiesto de gran encomio nunca me abandonó.
La escena ese día, en esa calle llovida de Coyoacan a la luz del alba, era la de una niña parada en medio de un charco con el alma igualmente empapada.. y algo así miraba impávida:
Yo pronuncio tu nombre
En las noches oscuras
Cuando vienen los astros
A beber en la luna
Y duermen los ramajes
De las frondas ocultas
Y yo me siento hueco
De pasión y de música.
Loco reloj que canta
Muertas horas antiguas.
Yo pronuncio tu nombre,
En esta noche oscura,
Y tu nombre me suena
Más lejano que nunca.
En esta noche oscura,
Y tu nombre me suena
Más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
Y más doliente que la mansa lluvia.
¿Te querré como entonces Alguna vez?
¿Qué culpa Tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma
¿Qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
¿Qué culpa Tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma
¿Qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
Deshojar a la luna!!
F. Garcia Lorca
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