jueves, septiembre 25

amnesia

Que lindo tener memoria de niño. Que lindo es olvidar un empujón, un rasguño o un golpe con un juego nuevo, con una galleta… Pasan apenas minutos después de una pelea, para que dos niños pasen de las lágrimas a las carcajadas.
Eso me encanta y eso mismo se me esta yendo. Pocas cosas me quedan de la niñez, es la verdad, pero esta última es la que más me preocupa. Me lleno de memorias inútiles, varias tristes, otras de coraje…inútiles al fin.
No le temo al “crecer” temo al “crecer y volverme adulto” o sea, le temo a volverme como los adultos que merecían que les llamara así, a los aburridos, a los conformistas, a los que ven el éxito de sus vidas reflejado en el brillo de un auto nuevo, en la decoración de una casa, en la tecnología del novísimo blackberry. Seamos sinceros, ¿quien no cae, aunque sea de momento, en la enajenación del bling bling? Allí le paro: odio picarme los ojos.
Yo no sé, probablemente mi problema es que cada vez que digo “adulto” lo hago de manera despectiva, tal vez se vuelve aún mas problema porque ahora que lo digo me identifico un poco…